Él era demasiado guapo, demasiado joven, demasiado cariñoso y demasiado misterioso para que encajara en el tipo de hombre en el que ella se hubiera fijado a priori, pero desde hacía unas semanas, no conseguía sacarlo de su mente. Unas semanas, ése era el tiempo que hacía que habían empezado a tontear de forma bastante descarada, aunque disfrazándola de juego. Aún ahora que ella estaba a punto de bajar del tren, ella tenía dudas de si Él la había tomado en serio o pensaba que solo bromeaba.
Él la esperaba en la estación sonriendo, aún sin saber si ella bajaría o no. La conquistó entre bromas porque sabía que ella huiría rápido de un ataque frontal. Y aún a riesgo de no ser tomado en serio, le ofreció pasar aquel fin de semana juntos en la costa. Le sorprendió que ella aceptara tan pronto, pero ella no podría haberse negado así misma la posibilidad de volver a vibrar a los pies de un hombre como Él.
Cuando por fin se pudieron mirar a los ojos y controlar los nervios, Él la cogió fuerte de ambas manos, entrelazaron sus dedos y le dijo al oído:
– Confía en mí y obedece. Yo no te voy a soltar, pequeña. Relájate y disfruta del fin de semana y de todo lo que te espera