Tuiteando

Cuéntame un cuento

– Buenos días, pequeña.
– Buenos días, Señor.
– ¿Qué haces bajo la lluvia tan sola?
– Estoy buscando el genio de la lámpara, que se me ha perdido.
– Quizás yo podría ayudarte a cumplir alguno de esos deseos, pequeña.
– ¿De verdad sería tan amable de ayudarme, Señor?
– Por supuesto, pequeña. Ven, siéntate en mis rodillas y cuéntame que es eso que tanto anhelas.
– Pues yo…
– No seas tímida, pequeña, puedes confiar en mí.
– Es que yo… no sé si debo contarle, Señor.
– Mira, ¿ves esa humedad que baja por tus muslos, pequeña?
– Sí…
– Empieza, pequeña, no tienes que tener vergüenza.
– Mi primer deseo es que llene mi cuerpo de marcas, que me azote sin control y calme mi necesidad de romperme con el dolor. Mis muslos y mis nalgas esperan su vara con tanto deseo.
– Ajá.
– Mi segundo deseo es que bañe mi torso en cera, que no escuche mis súplicas y calme mi necesidad de arder en su infierno. Mi boca y mi pecho esperan sentir el calor de las velas con devoción.
– Ajá
– Y mi tercer deseo, Señor, es poder agradecerle los dos primeros.
– ¿Y cómo lo harás, pequeña?
– Adorando su sexo con mi boca, sin prisas, disfrutando su sabor, hasta beberme la última gota. Como sucedió aquella mañana en aquel hotel de las afueras que alquilaban por horas.

– ¡¡Princesa, despierta!! Ya estás hablando otra vez en sueños y creo que has vuelto a equivocarte de cuento.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s