Esas ganas locas de lanzarme a su cuello como una niña pequeña y abrazarlo, mientras pellizca mi culo y comprueba como la humedad que Él me provoca resbala por mis muslos.
Esas ganas locas de que nuestras miradas se crucen y se pare el mundo, de sentir sus manos alrededor de mi cuello y mi cuerpo tiemble por primera vez junto a Él.
Esas ganas locas de azotes y caricias, de cinturón y besos. Esas ganas locas de acurrucarme en su pecho y sentir como el rubor invade mis mejillas.
Esas ganas locas de caer arrodillada y lamer sus pies con adoración. Esas ganas locas que me invaden cada vez que escucho su voz y se me eriza la piel.
Esas ganas locas de que marque mi cuerpo, lo golpee, lo humille, lo use, lo disfrute sin contenerse. Esas ganas locas de estar a sus pies y entre sus brazos.
Esas ganas locas de mirar en mi interior más profundo para poder entender y aceptar mis deseos.
Esas ganas locas de poder canalizar por fin todo lo que siento y ser yo misma. Ésas y todas mis otras ganas locas, se las debo solo a Él.