Relatos

Noche de tres

Tengo todavía las sensaciones de esa noche tan desordenadas en mi mente que me resultaría imposible narrar de forma cronológica todo lo que pasó, todo lo que sentí. Es imposible trazar una historia o un relato de forma ordenada, pero eso es lo que menos importa ahora porque la experiencia vivida es tan grande que tampoco tendría palabras para poder expresar fielmente todos los detalles de una noche tan mágica.

Daddy estuvo mucho más Daddy y un poco menos Dom que otras veces. Me permitió estar más juguetona y «suelta» de lo habitual y siempre le agradeceré que me consintiera estar pendiente de Silvia, mimarla como a una princesa y bromear con ella. Soy consciente de que Daddy tomó buena nota de alguna de mis bromas y que tendré que dar buena cuenta de ellas en nuestro próximo encuentro a solas, pero disfruté tanto riendo y haciendo reír a Silvia, que los azotes que reciba de más, habrán valido la pena.

Tras la cena de sushi y vino, un ratito de jacuzzi, una tanda de azotes que yo recibí con agrado y que Silvia observó curiosa, llegó una buena sesión de sexo que nos dejó agotados, pero nos sentíamos tan a gusto juntas que no queríamos desaprovechar la noche. La verdad es que no nos costó demasiado que Daddy se diera cuenta de que éramos dos contra uno y que no iba a dormir demasiado esa noche. Pedimos pizza y cerveza, para renovar energías antes de volver a la cama. Daddy le concedió a Silvia el capricho de ver la cera cayendo en mi cuerpo y nuevamente el deseo nos llevó a una espiral de sexo y placer. Finalmente, cuando el sol ya casi quería salir, las dos nos quedamos dormidas abrazadas a Él.

Sin órdenes explícitas, sin un guión establecido, solo tres personas dejando fluir sus deseo de forma natural. Me quedo con la deliciosa complicidad que nos unió toda la noche a ambas, con nuestras miradas entrelazadas a la vez que nuestras manos y con ese abrazo infinito lleno de ternura que nos dimos en la cama. Y, como no, me quedo con la sabiduría de Daddy para llevarnos con maestría a disfrutar sin miedos, con su sonrisa de orgullo por el paso que estábamos dando por Él, con su rostro de felicidad absoluta por tenernos a ambas junto a Él.

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